Agentes de la Policía Nacional han desarticulado una organización delictiva dedicada al tráfico de migrantes llegados en pateras por el sur del país para su posterior traslado a Francia, en una operación conjunta con la Europol en la que han detenido a seis de sus integrantes en Guipúzcoa y otro en Madrid.
Según un comunicado de la policía, la organización delictiva contaba con una fuerte infraestructura en España, Francia y en varios países africanos, desde donde dirigían a casi 300 personas hacia las costas españolas.
Los agentes iniciaron la investigación el pasado mes de enero, cuando tuvieron conocimiento de una conducta "sospechosa" de dos individuos en la estación de autobuses de San Sebastián desde donde esperaban la llegada de ciudadanos de origen africano para, posteriormente, acompañarles hasta la estación de trenes.
Tras varias investigaciones, la policía confirmó la existencia de una organización delictiva de origen subsahariano que, principalmente en la ciudad de San Sebastián, aunque con ramificaciones en Bilbao, Madrid y Francia, se dedicaba al tráfico de migrantes.
DESDE ÁFRICA HASTA FRANCIA
En concreto, los investigados captaban a personas de los estratos sociales y económicos más bajos de países como Guinea, Costa de Marfil, Mali o Senegal. Una vez reclutadas, y tras el correspondiente pago a la organización, se encargaban de su traslado por diferentes rutas del continente africano hasta su llegada a España.
Para ello, les facilitaban la documentación necesaria, habitualmente falsa, aunque en ocasiones también usurpaban la identidad de otros extranjeros mediante el uso fraudulento de su documentación.
Tras su llegada a España en patera, las víctimas eran acogidas en centros asistenciales y eran contactadas por miembros de la organización, quienes les facilitaban el traslado hasta Vizcaya y Guipúzcoa
Una vez llegaban a San Sebastián, los extranjeros eran recibidos por otros miembros de la banda para guiarles en el proceso de salida del país, aunque, dependiendo del medio de transporte a utilizar, las víctimas podían pasar días hacinados en un piso hasta que pudieran salir hacia Francia.
Además de trenes y autobuses, los miembros de la organización utilizaban un taxi, gestionado por un ciudadano de origen español, con capacidad para transportar hasta a cinco migrantes y que cobraba por ello hasta 150 euros por pasajero.