Luisa Vázquez de Silva, para todos Lulú, ha cumplido este domingo 110 fecundos años. El día resultó tan atípico como imborrable. Enfundada en una chaqueta blanca, con sus gafas y el pelo cano atusado, salió a su ventana. En su rostro, la satisfacción de esta "chica platino". Así la apodan en Pontevedra.
En el exterior, hasta cuatro patrullas de la Policía Local con sus sirenas, en una encomienda igual de infrecuente, y una enorme pancarta con letras en mayúscula: "Felicidades".
Y, en la avenida del Padre Amoedo, la calle de la homenajeada, en la actualidad vacía como nunca, la mujer del aniversario, que con sus gestos agradeció tamaña muestra de cariño, una suerte de gesta para la que sus parientes, amigos y Ayuntamiento se han puesto de acuerdo.
El confinamiento domiciliario obligado por el estado de alarma que ha motivado una emergencia sanitaria sin precedentes, causada por la pandemia del COVID-19, ha obligado a dejar la tarta, las velas y los abrazos para más adelante, para cuando sí se pueda.
Lulú es una de las asiduas de las tertulias de la Plaza de la Herrería, en la ciudad en la que reside, que está bañada por el río Lérez. Pero ya no puede, ni con lluvia ni con sol. Está recluida en casa, donde esta viuda -estuvo casada con Juan José Harguindey- es asistida por su cuidadora de siempre.
"Felicidades, felicidades, felicidades", escuchó tras esos cristales de su confortable hogar, una y otra vez. Fue la manera de estar, cuando algo tan simple se antoja imposible, aunque necesario por su propia seguridad.
La madre de Lulú, como ella misma ha contado, llegó a centenaria. Y Luisa, que desprende en cada palabra bondad, alegría y vitalidad, ya ha rebasado esa barrera.
No sabe, pese a haber alcanzado las tres cifras hace ahora una década, cuál es el secreto, si es que existe, para pulverizar los récords de longevidad. Quizá el no haberse quitado jamás años, dice a la prensa.
Haber llegado al mundo el 29 de marzo de 1910 le ha hecho vivir mucho. La gran gripe española, de la que tiene vagos recuerdos, aunque ahora se agolpen en su mente con más fuerza que nunca; la guerra civil española, la dictadura franquista, la llegada de la democracia, la entrada en la Unión Europea y, evidentemente, un largo etcétera.
En el presente sueña Lulú con que las restricciones terminen, pues ello significaría que la crisis del coronavirus ya no sería tal. Y, cuando eso ocurra, lo primero que hará será estirar las piernas si acaso con el levantamiento del "quédate en casa", llegase también el tiempo soleado.
Mientras, se entretiene. Pese a que su vista ya no es la de antaño, posee la suficiente para poder hacer calceta, una de sus aficiones, y para leer, como devoradora de libros que es, ya sean de historia o románticos.
Es Lulú más de salado que de dulce, devota de los frijoles y con su película predilecta, no duda: "Lo que el viento se llevó", la cinta que narra la historia de Scarlett O'Hara (Vivien Leigh), la elocuente hija de los propietarios de una plantación de Georgia.
El filme se estrenó el 15 de octubre de 1939 y obtuvo en los Premios Oscar del 29 de febrero de 1940 ocho estatuillas: mejor película, mejor actriz, mejor actriz de reparto, mejor dirección, mejor fotografía, mejor guión adaptado, mejor montaje y mejor dirección de arte, así como un Óscar honorífico a William Cameron Menzies por el diseño de "Gone with the Wind", título original en inglés.
"Después de todo, mañana será otro día", es una de las frases de la resuelta O'Hara. Y también de Lulú.
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Vivir 110 años: la edad de Lulú
Luisa Vázquez de Silva, para todos Lulú, ha cumplido este domingo 110 fecundos años. El día resultó tan atípico como imborrable
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