María tenía 68 años cuando la semana pasada murió sin dolor en un hospital de Valencia, rodeada de su familia y antes de donar sus órganos para ayudar a otras personas enfermas. Culminaba así un complejo proceso para morir por eutanasia, el recurso sanitario y legal al que se aferró para dejar de sufrir.
La Agencia EFE ha sido testigo de sus últimas semanas de vida y ha podido hablar con ella, sus familiares y la médico responsable del caso (una enfermedad neurodegenerativa) en la antesala de la "muerte dulce", como los griegos definían la manera de fallecer dignamente sin dolor, a la que en España, desde que se aprobó en marzo la ley de Eutanasia, se han acogido ya medio centenar de personas, siete de ellas en la Comunitat Valenciana.
Esta es la historia de una mujer que se negó a ser dependiente total de su familia y sus cuidadoras, que se intentó suicidar antes de que se le reconociera el derecho a la eutanasia y que con su testimonio quiso “ayudar a otras personas” que se encuentren en su situación.
LOS PRIMEROS AVISOS
María había sufrido varias caídas y algún problema en el habla cuando fue al hospital Clínico de Valencia a finales de 2020; en un principio los médicos no le dieron mayor importancia, ya que a sus 67 años, y después del periodo de inactividad debido a la cuarentena por la pandemia, estimaron razonable que pudiera haber perdido masa muscular.
Pero los síntomas se agravaron: en pocos meses, María necesitó una silla de ruedas para moverse y tuvo serios problemas en el habla.
“Poco a poco voy perdiendo el control de todo, de hablar, de escribir, de las piernas, todo. Supongo que llegará un momento en el que no podré hablar, ni escribir nada y seré dependiente total”, comentaba María a EFE en su casa del barrio valenciano de La Malvarrosa.
Allí vivía con José, su marido desde hacía 49 años -se conocieron en Holanda, donde María trabajaba como técnico de laboratorio en un puerto-, y con sus dos cuidadoras que le ayudaban en el día a día.
“Solo me sirvo para comer, para todo lo demás necesito ayuda. Ahora ya no puedo ir sola al baño, ya no puedo hacer la comida, nada. Solo comer, de momento. Por lo demás necesito ayuda para todo”, se lamentaba María.
EL DIAGNÓSTICO QUE LO CAMBIÓ TODO
En septiembre de 2021, tras un año de pruebas y un tratamiento infructuoso contra el párkinson, le diagnosticaron una atrofia multisistémica, una enfermedad neurodegenerativa sin cura.
Ese mismo día, junto a su hija Noelia y sin abandonar la consulta, María solicitó la ayuda por dependencia y la eutanasia.
“Yo le pregunté (al médico): ¿Puedo pedir la eutanasia?”, recordaba María. Ella conocía esa realidad de su época en Holanda, un país donde ese derecho “era lo más normal del mundo”, indica José, su marido, quien comparte la decisión tomada por su esposa: “Si estuviese en su situación la pediría sin ninguna duda", asegura.
Al cabo de un mes intentó suicidarse. “Pensé que era más rápido así. Acabo ahora que puedo escribir un poco, valerme por mí misma un poco”, señalaba María.
LA DESESPERACIÓN
María recordaba entre lágrimas ese momento. “Estuve esperando a que mi hermana viniera de Cádiz para que él (su marido) no estuviera solo, porque tiene deterioro cognitivo. Le dejé una carta escrita a mi hija en la que le decía lo que iba a hacer". Pero José la encontró aún con vida y llamó a una ambulancia.
Mientras estuvo en el hospital, varios médicos que conocían el caso se pusieron en contacto con Noelia para ayudarle a cumplir la voluntad de su madre, aconsejándole que comenzara el proceso formal a través de un médico, algo que hicieron a través de su psiquiatra.
La psiquiatra de María explica a Efe que “la persona que desea solicitarlo lo pide al médico con quien tenga un seguimiento habitual de alguna dolencia, puede ser el médico de cabecera o cualquier otro especialista que mantenga seguimiento con la paciente; con esta medida se evita la figura del médico 'eutanasiador', ya que es un proceso muy difícil para el equipo que asiste a la paciente”.
LOS MESES FINALES
“Desde que se inicia el procedimiento de la solicitud de la ayuda para morir hasta que se hace efectiva la eutanasia, siguiendo con los plazos que la ley marca, el proceso oscila entre un mes y unos 50 días, aproximadamente”, según fuentes del hospital Clínico, donde se ha tramitado el proceso.
Cada paciente puede elegir si quiere pasar sus últimos momentos de vida en casa o en el hospital. En el caso de María, al tratarse de una donante de órganos, la única opción pasaba por ingresar en una habitación situada al final del pasillo, frente a otra sin pacientes.
La gerencia del hospital ha tratado de que María pasara este momento con sus familiares en la mayor intimidad posible. “Era lo más parecido a estar en casa”, recuerda Noelia, quien asegura que la atención recibida por el personal sanitario "ha sido maravillosa, lo hicieron muy fácil" todos los médicos y enfermeros que han participado en el proceso.
EL ÚLTIMO DÍA
El último día de María rodeaban su cama del hospital sus familiares más cercanos: su marido, José; sus hermanos Celsa y Eliseo; su yerno, David; el nieto, Eneko, su sobrina “Ita”, su cuñada Pili y su hija, Noelia.
Es esta última la que recuerda a todos que su madre les tiene prohibido llorar: “¿Verdad, mamá, que tenemos prohibido llorar delante tuyo? Dice que le hace la situación más difícil. A Eneko sí, eres el único al que dejamos llorar”.
“Y yo, yo también quiero llorar”, apunta José, aferrado a la mano de María momentos antes de que la seden y la trasladen a quirófano para suministrarle el fármaco que cumplirá su voluntad y proceder a la donación de órganos.
“El trasplante puede ayudar a otras personas” fue precisamente una de las últimas frases de María, quien semanas antes, al ser preguntada sobre qué suponía para ella cumplir su voluntad, había respondido: "Una liberación".
Hace unos días María cumplió su deseo. "Nos dijeron que mi madre ha salvado la vida a cuatro personas", cuenta orgullosa Noelia.
LA EUTANASIA EN ESPAÑA
La ley de Eutanasia se aprobó en el Congreso de los Diputados el 18 de marzo de 2021 con 202 votos a favor, 142 en contra y dos abstenciones, con la finalidad de garantizar “el derecho de toda persona que cumpla los requisitos previstos en esta Ley a solicitar y recibir la prestación de ayuda para morir”, tal y como viene recogido en el BOE del 25 de marzo.
Para poder solicitarla, el paciente debe padecer una “enfermedad grave e incurable” o sufrir un “padecimiento grave, crónico e imposibilitante”.
Valencia
La muerte por eutanasia de María
Tenía 68 años cuando la semana pasada murió sin dolor en un hospital de Valencia rodeada de su familia y antes de donar sus órganos para ayudar a otros enfermos
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