Los valencianos Braulio Aguilar y Javier Martín, especialistas en predicción aeronáutica, participan este año por primera vez en la misión de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en la base española de la Antártida, donde su pronóstico del tiempo ayuda a que los científicos desarrollen su trabajo con seguridad.
Así lo explica a EFE por videollamada desde aquella base Braulio Aguilar, quien tiene previsto volver a València este mes de abril y que se ha turnado en su trabajo con Javier Martín, que ya regresó de la misión y con quien coincidió en la Antártida durante diez días a primeros de febrero.
Vigilancia del cambio climático y apoyo a proyectos científicos
Aemet, cuenta Aguilar, participa en la campaña Antártica prestando apoyo de observación y de predicción meteorológica para contribuir a la seguridad de las bases españolas, de los buques oceanográficos y de los científicos.
Busca generar y mantener series climatológicas de calidad para vigilar el cambio climático, optimizar las actividades asociadas a los diferentes proyectos científicos, la observación y el mantenimiento de las EMA (Estaciones Meteorológicas Automáticas), así como la predicción meteorológica.
Aguilar detalla que la misión de Aemet, que forma parte de la campaña polar española impulsada por el Ministerio de Ciencia a través del CSIC, se prolonga cuatro meses durante el verano antártico: dos meses trabajan dos técnicos y dos predictores y los dos meses siguientes, otros dos profesionales de cada ámbito.
La vertiente científica de Aemet pretende "mantener la serie de datos climáticos en las tres estaciones, así como mantener los equipos y hacer revisiones para que puedan dar datos durante la invernada; cuando se va el último, las estaciones operan de forma automática todo el año".
"Javier y yo hemos venido en calidad de predictores del tiempo. Es muy importante la previsión meteorológica para el día siguiente, para dos días o para tres porque la operatividad de toda la base se ajusta a esta predicción. Los científicos se mueven por las islas, suben a un glaciar en moto de nieve o visitan una playa en zódiac para coger muestras y hay que garantizar la seguridad de ese personal y la optimización del tiempo y los recursos", sostiene.
Para Aguilar, ha sido "muy importante" haber coincidido los dos técnicos y los dos predictores y que sus estancias se hayan solapado: "No es lo mismo cruzártelo en el avión que estar aquí y que te pueda explicar cómo funciona todo".
La predicción en Aemet se divide en grupos de predicción y vigilancia (GPV) y cada uno con su especialidad. Martín y Aguilar son "especialistas en predicción aeronaútica" y controlan "todos los aeropuertos de Girona a Alicante; el GPV de Mallorca está especializado en predicción marítima y el de Barcelona en avisos de fenómenos adversos", explica el meteorólogo.
La misión científica de Aemet se basa en la obtención, mantenimiento y estudio de los datos meteorológicos que se obtienen y además, hay un convenio para la "cobertura meteorológica" a otras misiones científicas españolas.
Cómo se vive en la Antártida: un hotel de siete estrellas
Aguilar relata que ha hecho conexiones con colegios e institutos de municipios valencianos como Llíria, San Antonio de Benagéber o L'Eliana, y que la inocencia de los alumnos se mezcla con su interés por cómo se vive allí y especialmente, afirma con una sonrisa, "por temas más escatológicos".
"Preguntan por los animales, no saben qué fauna hay, les sorprende que no haya un solo árbol, ni mosquitos ni arañas y sobre todo les interesa cómo se vive aquí. No se esperan que esto sea como un hotel. Tengo mi habitación con ducha, hay un cocinero, biblioteca, videoteca y mesa de ping pong. Si hubiera un hotel de siete estrellas, sería esto", afirma.
Añade que esa valoración también responde al entorno donde se puede ver "un iceberg por la bahía o una playa llena de cascotes de hielo" aunque reconoce, cuando le pregunta su hija, que sí echa de menos "cosas, como las flores".
Respecto a las temperaturas, asegura que ahora que es verano la mínima más baja han sido -5 grados aunque en invierno, cuando no queda nadie en las estaciones, se ha llegado a -22,6.
"Esto es un grupo de islas y en la más cercana a América del Sur, hay un pequeño aeródromo con pista de tierra y vive gente todo el año e incluso en 1990 nacieron un par de niños", cuenta; el viaje de ida y vuelta es una "peripecia" que puede durar "días" y "un rollo de papel tiene que coger dos aviones y un barco para llegar".
El Tratado Antártico, un hito para la Humanidad
Rememora los problemas que surgieron cuando los países aledaños a la Antártida empezaron a reivindicar su propiedad (Chile, Argentina, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Rusia o China) y los "recursos naturales que tiene en la tierra debajo de 3.000 metros de hielo que estuvo enlazada con el continente americano y tuvo bosques".
"Si hubo bosques, hay petróleo, diamantes o puede haber lo que sea y cada país quería su trocito hasta que se llegó al acuerdo del Tratado Antártico. Es un hito para la Humanidad porque a través del Acuerdo de Madrid de 1991 se estableció que la Antártida solo se puede usar para fines científicos y es de todos", comenta.
Aguilar apunta que tanto Javier Martín como él participan en la misión de Aemet por primera vez y que repetiría "con los ojos cerrados". "Es el sueño de mi vida; llevo 30 años en Aemet y 30 años queriendo venir. Me metí en Aemet por la Antártida", confiesa.