La Fundación Oceanogràfic de València estudia la fisiología de los vertebrados marinos a partir de mediciones a delfines con espirómetros avanzados y adaptados a las diferentes especies en forma de seta o ramo de flores, con la finalidad de protegerlos de los impactos ambientales del cambio climático.
El programa de investigación que desarrolla la Fundación pretende entender cómo responden los mamíferos marinos a ambientes extremos y cambios en su entorno, una información crucial para prever sus limitaciones frente a impactos como los que provoca el aumento de la temperatura del agua del mar.
Con motivo del Día Mundial de las Ballenas y los Delfines este martes, desde la Fundación Oceanogràfic explican en qué consiste su estudio, que está liderado por el biólogo marino Andreas Fahlman y en el que se trabaja con animales entrenados en el delfinario del Oceanogràfic de València.
Se les somete, cuando quieren colaborar, a mediciones de capacidad pulmonar con espirómetros diseñados a propósito para adaptarse a estos animales, una técnica poco invasiva que ofrece datos cardiorrespiratorios de los delfines de la especie mular y belugas.
Esa información sirve para realizar un catálogo de los valores de normalidad para poder determinar los valores de una posible enfermedad pulmonar.
Los delfines tienen un flujo de respiración entre diez y doce veces superior al ser humano y, gracias a la colaboración de ingenieros y médicos españoles especializados en espirometría, los investigadores del programa miden ese volumen de respiración y el oxígeno con aparatos avanzados para "construir esos datos generales" de normalidad y poder comparar con aquellos que tengan problemas de salud, según explica a EFE la doctora en biología marina y divulgadora de la Fundación Alicia Borque.
Los delfines deciden si quieren colaborar en el estudio
"Estamos intentando entender -somos como mecánicos- cómo funciona la fisiología de los delfines, porque así sabremos cuándo no tienen la capacidad suficiente para bucear en busca de alimentos", asegura Andreas Fahlman.
En el Oceanogràfic se trabaja con cinco o seis delfines de forma regular desde hace años, una "colaboración" que eligen los propios animales, ya que son ellos "los que eligen estar en el estudio" y el entrenador nota "quién quiere trabajar hoy y quién no".
Es este cuidador, en su relación con el delfín, el que determina qué animal está más dispuesto, "algo mágico" para Fahlman, ya que los conocen muy bien y saben si el animal está atento ese día y tiene actividad.
Los investigadores miden la capacidad pulmonar y función cardiaca mientras bucean para entender cómo usan energía, con el fin de prever su reacción a cambios como la temperatura del mar.
Implicaciones más allá del mundo animal
El estudio puede ser muy interesante para los humanos, en concreto en el caso de bebés prematuros de seis o siete meses, y Fahlman considera que si pueden entender cómo funcionan los pulmones de los delfines "quizá" se pueda ayudar a los niños prematuros porque estos presentan algunos fallos a esa edad.
Estos conocimientos pueden abrir otras puertas de investigación a científicos de otros campos, según destaca el experto.
Asimismo, podría tener implicación en el sector pesquero en el sentido de hacer compatible la pesca con la supervivencia de la especie y respetar las zonas donde se desplazan para alimentarse ellos y sus crías. Se trataría de delimitar las zonas de pesca en función de los desplazamientos de los delfines para la búsqueda de alimentos, teniendo en cuenta también las necesidades de pesca.
"Si sabemos cuántas calorías necesitan para alimentarse de peces y cómo funciona la relación entre pulmones y corazón, podemos entender mejor en qué condiciones pueden sobrevivir porque si su alimento está a mayor profundidad, tienen que bucear durante más tiempo", explica Fahlman sobre la capacidad pulmonar del delfín, que está establecida entre 13 y 15 minutos sin salir a la superficie a coger oxígeno.
Proteger a los delfines
La información de los valores de normalidad puede ayudar en los varamientos, especialmente en momentos en que se producen de forma repetida en poco tiempo, para medir si presentan alguna enfermedad.
Para ello, se emplean métodos innovadores, adaptando técnicas humanas como ecocardiografías. El objetivo es aplicar estos hallazgos para proteger a estos animales en su entorno natural.