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La aldea de Herbers, en Castellón, ejemplo de inclusión social para migrantes y exreclusos

En Herbers, con apenas 55 habitantes, se puso en marcha un proyecto en el que trabajan diez personas reclusas y migrantes y que ya están totalmente integradas

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  • Herbers. -

Enclavado entre las montañas del interior norte de Castellón, Herbers es un pueblo de 55 habitantes rico en patrimonio natural, pero también ejemplo de inclusión social tras haber integrado en los últimos años en su comunidad, gracias a la asociación Àmbit, a personas migradas y exreclusas.

Esa inclusión abraza la cultura -incluido un festival de cine social- como herramienta de recuperación para hacer de la reinserción de estas personas una realidad palpable que se erige como una baza contra la despoblación, según detalla a EFE el director de Àmbit, Javier Vilalta.

Con este proyecto han probado que la reinserción en el interior es posible porque está "acompañada, supervisada y con una salida laboral", algo que "es fallido" en las ciudades, donde "no se acoge ni a la gente con depresión o las personas migrantes".

Vilalta señala que en la comarca de Els Ports y en la turolense del Matarraña -con la que colaboran también activamente- "el 40% de los puestos de trabajo no se cubren" y tienen unos alquileres que son baratos, lo que puede facilitar la solución habitacional.

En Herbers, con apenas 55 habitantes, se puso en marcha este proyecto en el que trabajan diez personas reclusas y migrantes y que ya están totalmente integradas.

Un mesón con nombres propios

La asociación, a propuesta del alcalde, Daniel Pallarés, se puso manos a la obra para reabrir el mesón-pensión que estaba en ese momento cerrado. El Mesón la Lonja cobró vida de nuevo y ofrece dieciséis plazas hoteleras en "un espacio de relax en un ambiente único donde destacan el confort y el trato personal".

En el mesón se pone el acento en la gastronomía tradicional "modernizada para traerla el siglo XXI", siempre priorizando el producto de kilómetro 0. 

Allí, las personas que participan en el proyecto, de la mano de profesionales y voluntarios, realizan todas las labores del mesón y el hotel, además de ofrecer información turística, de senderismo o de ciclismo de montaña.

Son personas que "se están formando y están trabajando" y que han demostrado que la integración y la aceptación son posibles. "Aquí en Herbers no son un mena, un moro o un negro. Son María, Pedro o Willy", explica Vilalta.

Además, el 80 % de quienes han pasado por el proyecto se ha consolidado en el vecindario, lo que supone un elemento primordial de lucha contra la despoblación y también porque "hay salida profesional", señala para explicar que recientemente se han incorporado tres personas al mercado laboral de la zona, uno como pastor y dos como empleados en dos granjas próximas.

En la comarca todavía pervive "algún prejuicio", pero "lo bonito del pueblo es que el proyecto lo ha acogido como propio", explica Vilalta.

"Ha habido un cambio, ahora se sienten orgullosos de formar parte de ello", dice al respecto, y señala que muchos vecinos trabajan activamente como voluntarios y han incorporado a sus vidas a las personas que pasan por el proyecto. "Han hecho de Reyes Magos en Navidad, por ejemplo", y ya "hacen planes con la gente del pueblo", agrega.

A partir de ahí el proyecto se ha mantenido en el tiempo, la gestión del Mesón la Lonja lo hace capaz de autogestionarse y se ha llevado también este verano la gestión de la piscina.

El cine, un reto social

Pero si por algo se caracteriza este proyecto es que sus impulsores tienen el firme propósito de dotarlo de un contenido, un sentido más allá del corto plazo y que entronca con la cultura a través del cine. Así, su proyecto estrella es el Espígol Fest.

Coordinado por Sara Mansanet, el festival nació hace tres años con una asistencia tímida, pero este verano se llegó a los 1.000 asistentes -el 85 % del pueblo o con vinculaciones con el mismo-. Se trata de un festival de cine social e internacional, que aborda temáticas como la despoblación, la reinserción, la temática LGTBI, la mujer... y con él "vamos también recuperando espacios patrimoniales de la población", apunta.

Las personas implicadas en el proyecto son profesionales vinculados con el cine o la creación audiovisual, así como artistas y creadores reconocidos, muchos de los cuales cada vez están más en el pueblo o hacen uso del espacio de cotrabajo o coworking que se ha creado también y que facilitó que mucha gente "estuviera trabajando allí en verano".

Con este caldo de cultivo, Àmbit quiere crear un segundo gran proyecto: una escuela de guionistas, ya que la mentalidad de la asociación pasa por no pensar solo en el turismo como salida sino que allí "pasen cosas".

Además se intenta programar actividad cultural todos los meses para que "se genere interés", y se ha creado recientemente un proyecto destinado a las mujeres del pueblo -'La Tetería'-. Se reúnen en el bar y conversan, hacen excursiones, trabajos de jardinería o un libro sobre cocina y la mujer del papel en el pueblo, "donde vive muy limitada por la estructura patriarcal, quedándose en casa, cuidando mayores o dedicándose a la crianza".

La clave de la reinserción tras salir de la cárcel

La asociación Àmbit acaba de cumplir 30 años de trabajo comprometido con el acompañamiento social y la reinserción. En este contexto nació la experiencia de formación en hostelería, ganadería y horticultura en la localidad de Herbers, donde se ha conseguido "un espacio sostenible para la formación de personas en situación de exclusión severa".

Las personas que acompaña el proyecto son principalmente aquellas que han estado en prisión. Se parte de la premisa de que la cárcel es un "espacio antipedagógico" porque "crea muchos más problemas de los que contribuye a resolver".

Así, consideran fundamental "tratar de minimizar las consecuencias del paso por la cárcel", lo que implica reducir el contacto con la misma, algo que se puede hacer "imaginando, construyendo y proponiendo situaciones alternativas a las personas destinadas a ingresar en ella".

Àmbit cuenta con más de 50 profesionales y un nutrido grupo de voluntarios destinados a personas vulnerables con el objetivo de construir puentes y allanar caminos que faciliten el acceso a la vida de personas reclusas y exreclusas, con problemas o no de salud mental.

Todos sus programas se basan en la perspectiva de la recuperación y promoción de su autonomía. Actualmente trabajan en los centros penitenciarios de Albocàsser, Villena, Fontcalent, Castellón I y Picassent. 

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