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A curarse en salud

Malas noticias

A la hora de transmitir una mala noticia, el entorno debe ser el adecuado: sin interrupciones, en un espacio íntimo y privado...

Publicado: 16/02/2025 ·
13:18
· Actualizado: 16/02/2025 · 13:18
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  • Un profesional médico. -
Autor

Fernando Arévalo Rosado

Médico. Colaborador en Viva Barbate, Radio Barbate, Portal de Cádiz, SER deportivos, Onda Conil y Canal Sur (Salud al día)

A curarse en salud

Fernando Arévalo Rosado ofrece consejos y actualidad de salud sin jerga médica

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Recuerdo un día en el centro de salud de Barbate (Casa del Mar), cuando, estando de guardia, entraron unos militares que traían a una mujer con algunas heridas por un accidente de tráfico. Tras comprobar su estado de salud y curar las heridas superficiales que presentaba, le comenté que la íbamos a trasladar al hospital, ya que, según relataban los militares que la acompañaban, el vehículo en el que viajaba de copiloto había dado varias vueltas de campana. Como consecuencia, presentaba policontusiones y un traumatismo craneoencefálico que requería observación y estudio con radiografías.

La señora me explicó que eran de Bilbao y estaban de vacaciones en Zahara de los Atunes, alojados en un hotel. Habían dejado a sus hijos, de 15 y 17 años, en la piscina y se habían desplazado a Barbate con su marido para hacer unas compras. En la curva de los militares, su esposo perdió el control del vehículo, que se salió de la carretera y dio varias vueltas de campana. Me preguntaba cómo estaba su marido, pues no sabía nada de él. Me dijo que había salido despedido del coche y no recordaba si llevaba el cinturón de seguridad abrochado.

Le informé de que ella era la primera persona que llegaba del accidente y que aún no habíamos atendido a nadie más. Desde su espalda, uno de los militares me hizo un gesto que entendí como una petición para hablar en privado. Le pedí a la señora que se sentara un momento en la sala de curas con la enfermera y me fui con el militar a otra consulta.


Me contó que, efectivamente, su marido había salido despedido del coche y que habían encontrado su cuerpo varios metros más alejado, con la cabeza decapitada. En aquel momento, pensé en esos niños que disfrutaban tranquilamente en la piscina, ajenos a que acababan de quedarse sin padre; en esa mujer, con su total desconocimiento de lo sucedido, sumida en la incertidumbre sin saber el fatal desenlace.

Llegaba el momento de tener que dar la mala noticia, para lo que apenas te preparan en la universidad. Aquello para lo que jamás estás completamente listo y que genera un cúmulo de sensaciones: angustia, rabia, impotencia y dolor. Pensaba en el cuerpo de ese marido y padre junto a la carretera, con el forense realizando el levantamiento, y en esos niños que serían recogidos para trasladarlos al centro de salud de Barbate junto con su madre, pasando por el lugar del accidente.

Tantos sentimientos de fatalidad se acumulaban en mi cabeza que tuve que pedir la presencia de otro compañero para apoyarme en dar la terrible noticia.

Situaciones como esta no son las únicas en las que los médicos nos enfrentamos a comunicar malas noticias. También ocurre en diagnósticos y resultados de pruebas que, con razón, atemorizan a los pacientes y nos generan angustia y un estrés importante. En la persona informada, pueden provocar un cambio emocional grave y una visión catastrofista del futuro.

A la hora de transmitir una mala noticia, el entorno debe ser el adecuado: sin interrupciones, en un espacio íntimo y privado. Lo ideal es hacerlo en una consulta, sentados, y no en una sala de espera o un pasillo. La comunicación entre el médico y la persona a la que se informa debe ser fluida y en un lenguaje comprensible, evitando jergas y términos médicos de difícil entendimiento, adaptando la información a su capacidad de asimilación.

Los receptores de malas noticias nunca olvidan el cuándo, dónde, cómo y quién les informó. De hecho, muchas quejas hospitalarias están relacionadas con la mala calidad de la información recibida. No es incorrecto que el médico muestre emociones o empatía; somos personas y, en ocasiones, nos vemos reflejados en ese sufrimiento. Es importante prever las reacciones, dejar tiempo para que se expresen adecuadamente y sugerir la presencia de algún familiar o acompañante si lo desean.

A la hora de asimilar una mala noticia, también influyen la personalidad de quien la recibe, sus creencias religiosas, su situación personal y el apoyo familiar con el que cuente. Inicialmente, la información debe ser sencilla y poco detallada, permitiendo analizar si la persona desea saber más y evaluar su reacción. Es recomendable preparar al paciente con frases como "me temo que no es lo que esperábamos", adelantando pequeñas porciones de información para facilitar la asimilación.

Aun así, siempre es un momento muy difícil, tanto para el sanitario como para quien recibe la noticia.

Quisiera dedicar este artículo a aquellas personas que guardo en mi memoria y que ya no están con nosotros, especialmente a mi madre; a quienes luchan día a día contra su enfermedad, para que sepan que nunca estarán solos y que su lucha es también la nuestra, con avances cada vez mayores en la medicina. Nunca os deis por vencidos. Y, por supuesto, a quienes han perdido a un ser querido y han tenido que afrontar ese duro proceso, desde la recepción de la mala noticia hasta el desenlace.

Quien no se olvida, nunca se alejará de nosotros.

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