Entre fumatas negras hasta que se hizo blanca para dirimir el nuevo papado de León XIV, y hay que reconocer que el regio nombre impone y está a la altura del cargo, es meritorio el cómo el catolicismo sigue cuidando el marketing, al margen de creencias y respetables son todas, para que en pleno siglo XXI sea el tono del humo el conducto para comunicarse manteniendo a la humanidad pendiente de su chimenea y, al tiempo, conservando el aura mística que eleva a la iglesia católica a la cúspide de la pirámide de la fe del mundo. Uno, que navega entre la calma pausada del escepticismo y la serena creencia de respetar todo modo de verlo, atiende atónito ante los pormenores de este magno acontecimiento, que se ha cuidado para no caer en espectáculo prorrogando el resultado y, desde ahí, incentivando el descrédito. En este mundo nuevo de algoritmos, de inteligencia artificial, de digitalización masiva, de inmediatez y, también, de descrédito porque se consume lo falso sin pausa ni dolor, la fe a ciegas pierde cuota en comparación a la que tuvo antaño. La humanidad en todas sus versiones se ha hecho presente al instante del nombramiento del nuevo Papa para, de este modo, promocionar su rostro: merchandising múltiple en camisetas, medallitas, rosarios, llaveros, imanes para nevera…, falsificaciones -automáticamente- de todo ello, memes variados en redes sociales, inteligencia artificial de cardenales asando salchichas, católicos emocionados y, también, ateos enfrentados a la causa de Dios. De todo.
En mientras, la semana, entre humos de colores, atrajo foco sobre la Feria de Abril que ya siempre es en mayo y, así, retrasa a todas las demás para goce y gusto de todas las demás... Cosas que pasan en Sevilla e igual el hecho impulsa la idea de lo que Broncano argumentaba en su programa sobre que “toda la gente en Andalucía, menos los sevillanos, odian a los sevillanos”. Odiar es muy tóxico y el miarmismo no se merece tan elevado y cítrico sentimiento.
Lo más granado, en todo caso, del politiqueo andaluz se dio cita sobre el Real sevillano que, un año más, se mostró como una soberbia verbena popular realmente bien conseguida, bella y colorida, con un paseo de caballos intenso y muy-muy concurrido, una portada alta, casetas privadas casi todas donde es imposible entrar sin que un miarma de pura cepa te invite al paso y mucha gente, algunas de ellas preguntando con ansia viva la fecha de arranque de la maravillosa, única, incomparable Feria de Jerez. O al menos ese susurro de jerezanía con mezcla de guasa gaditana circulaba por entre Joselito El Gallo y Pepe Luis Vázquez.
El PSOE domina la Feria de Abril, hasta cuando es en mayo. Y la domina con soltura herencia de tantos años de dominio en la Junta y, a veces, en el Ayuntamiento y, por tanto, en la organización de recepciones y en el concurrido tránsito de flamencos y flamencas con el espiritual puño y la rosa no hay comparación con respecto al PP, que también acude pero se le nota menos, más perdido bajo el manto de farolillos. Es curioso comprobar cómo el socialismo comparte espacios de feria sobre tarimas polvorientas entre risas y abrazos cuando en la intimidad se organizan pases a cuchillo de cara a próximos nombramientos, listas alternativas para dinamitar el poder establecido en determinadas agrupaciones locales que se alinearon con el sector crítico y que tanto en Jaén como en Cádiz perdió, por poco, pero perdió; también divertimentos por cotilleos sobre manejos díscolos de alguien del otro equipo, éste o aquél. Tipo Alfonso Moscoso, Senador y alcalde de Villaluenga, y el nombramiento improcedente e irregular que hizo sobre su pareja al proponerla como juez de paz pese a su condición de militante del PSOE y que, por ello, tuvo que renunciar porque su afiliación la hace manifiestamente incompatible con el cargo, como resulta obvio. Tanto como alarmante que la justificación sea que como no había otro u otra, pone a su esposa para no perder este órgano de orden jurídico local, o sea, y lo excusa en que el cargo no era remunerado y que en Benaocaz la Secretaria del Juzgado de Paz fue la alcaldesa y militante del PP Ana Belén García. Vaya circo.
Hay una crítica general sobre el hecho de MJ Montero no ha cerrado como debiera el puzle de los poderes provinciales y provincias como Cádiz andan estrechas, pese a que días atrás el propio Santos Cerdán acudiera para sofocar ánimos, calmar ímpetus vengativos, proponer alternativas, poner tiritas para que el corte sane y la cuestión no termine en batalla campal pública que degrade la imagen de un partido que ya de por sí tiene la difícil tarea de limar el poder sólido que hoy representa el PP y Juanma Moreno. Pero Santos, tal como viene se va y los que se quedan van a lo que van, que es a eliminar los rescoldos de aquel fuego que alentaron para sacarles del sitio. Por tanto, en los congresos locales se puede ver otra batalla entre los sectores que se enfrentaron en el provincial al menos en aquellas localidades donde el liderazgo no es sólido y en las que lo es meter cuñas para desestabilizar. De esto va.
Tras la finalización de los procesos orgánicos el timón se pondrá en dirección a junio de 2026, fecha en que, como tarde, se celebrarán las próximas elecciones autonómicas, justo un año antes que las municipales. Es decir, en nada la política entra en su parte convulsa, que es aquella cuando se ha atravesado el ecuador de la legislatura y la cita a urnas se vislumbra en el horizonte. Y la realidad de la primera dicta que pese al cambio de liderazgo en el PSOE-A traspasando imágenes y poderes de Juan Espadas a María Jesús Montero el movimiento de intención electoral no afecta la mayoría de Juanma Moreno y eso lo suscriben determinados sondeos internos, algunos públicos y otros no. Las municipales son otra cosa, más en manos de la capacidad de los liderazgos locales y del impulso que traiga el viento de cola del momento. También de la capacidad de vender humo, ese humo de colores que hoy es noticia y que por desgracia impregna la vida pública en la intención de no dejar ver la realidad de cada cosa.