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Viernes 01/11/2024
 

España

25M: Victorias insuficientes y dulces derrotas

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Pocas veces una derrota electoral puede haber sido acogida con tanto entusiasmo como hoy ha recibido el PSOE los resultados de Andalucía, donde ha perdido su hegemonía a manos del PP pero puede mantener el gobierno gracias a un pacto que se da por hecho con Izquierda Unida.

El objetivo socialista era que los populares, de la mano de Javier Arenas, no lograran la mayoría absoluta, y el candidato del PP, en su cuarto intento para acceder al Palacio de San Telmo, se ha quedado a cinco escaños de esa meta y de entregar a Mariano Rajoy un poder cuasi absoluto.


Después de las últimas experiencias electorales, con una severa derrota en los comicios autonómicos y municipales del año pasado y del revolcón sufrido el 20N, los socialistas, amenazados por unas encuestas que se equivocaron en su mayoría, veían peligrar su bastión andaluz. Pero albergaban la esperanza de reconquistar Asturias.

Una vez abiertas las urnas y con una participación que se ha quedado a bastante distancia de citas anteriores, el Principado puede parecer más lejano para el PSOE, ya que, pese a ser el partido más votado, si el PP de Mercedes Fernández y el Foro de Francisco Álvarez Cascos logran pactar lo que han sido incapaces de consensuar en los últimos meses, el gobierno regional caerá de su lado.

Para ello, tendrán que superar la máxima de que no hay peor cuña que la de la misma madera.

Pero los socialistas sí ven a tiro a Andalucía. Sólo les distancia un acuerdo con una Izquierda Unida que se antoja difícil que mantenga la misma actitud que sirvió en bandeja el gobierno extremeño al Partido Popular.

El propio Cayo Lara ha garantizado ya que su fuerza política impedirá que gobierne Arenas, a quien algunos sitúan ya de nuevo sentado en la mesa del Consejo de ministros en una futura remodelación.

Es decir, Arenas vence en Andalucía pero tiene imposible ser investido presidente, y Javier Fernández triunfa en Asturias pero tiene lejano dirigir el Principado. Lograron victorias insuficientes frente a derrotas dulces que pueden otorgar gobiernos.

Las desbocadas cifras del paro en Andalucía o el escándalo de los ERE no han sido suficientes para que los socialistas revivieran lo que ocurrió en mayo pasado en Extremadura y Castilla-La Mancha, y han hecho de esta comunidad el símbolo de su resistencia, su particular Álamo.

José Antonio Griñan respira. Alfredo Pérez Rubalcaba respira. Hoy se jugaban mucho y ambos estaban ávidos de algún dato electoral que les permitiera sacar pecho, sentirse reforzados y proclamar que los socialistas empiezan a reaccionar.

El PSOE ha centrado su campaña en llamar la atención sobre los supuestos recortes que protagonizarían más gobiernos presididos por representantes del PP y en el aval que Rajoy entendería que se daba a sus medidas económicas si su partido salía triunfante en esta jornada.

Especialmente, a una reforma laboral que está en el punto de mira de la huelga general de seguimiento incierto convocada para el próximo jueves justo al cumplirse los cien días del nuevo Gobierno.

Pero con el resultado de hoy no parece probable que el presidente del Gobierno vaya a variar el rumbo que ha emprendido porque ha expresado reiteradamente su determinación de mantenerlo, ya que está convencido de que está haciendo lo que debe y es lo mejor para lograr la recuperación económica y la creación de empleo.

De ahí que no se espere ningún cambio de planes en el contenido del proyecto de ley de presupuestos del Estado que alumbrará el viernes el Consejo de ministros.

Si uno de los peligros que podía tener hoy ante sí el Partido Popular es morir de éxito, el que se cernía sobre el PSOE era saber si el suelo que había tocado aún tiene potencial para seguir resquebrajándose. Los dos riesgos se han disipado, al menos momentáneamente.

Y si Izquierda Unida se ha convertido en la llave en Andalucía, UPyD no ha logrado entrar en el Parlamento de esta comunidad y es irrelevante a efectos de gobernabilidad el escaño que ha logrado en Asturias.

Tras la jornada de hoy y con permiso de Patxi López y Alberto Núñez Feijóo, se abre un periodo de varios meses sin citas electorales en el que PP y PSOE deberán retratarse ante los ciudadanos y despejar la duda de si hay espacio para el acuerdo en asuntos pendientes como la renovación de los órganos institucionales.

De ello tendrán que volver a hablar Rubalcaba y Rajoy, quien con los resultados recién salidos de las urnas viaja a Seúl para participar en una cumbre sobre seguridad nuclear.

Quien parece que no hará las maletas es Felipe González. En un mitin de la campaña para las elecciones del 20 de noviembre bromeó sobre las expectativas socialistas en Andalucía: "como no ganemos en marzo, me retiro y me voy a Honolulú". El PSOE no ha ganado, pero gobernará.

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