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Miércoles 20/11/2024
 

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Una multitudinaria peregrinación chií, un reto de seguridad

Más de seis millones de chiíes han participado desde el viernes en la peregrinación anual al santuario del imán Musa al Kazen, cuya seguridad quedó este año a cargo del Ejército y de la Policía de Irak, por primera vez desde 2003.

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Más de seis millones de chiíes han participado desde el viernes en la peregrinación anual al santuario del imán Musa al Kazen, cuya seguridad quedó este año a cargo del Ejército y de la Policía de Irak, por primera vez desde 2003.

El imán Al Kazen es venerado en Kazimiya, un barrio al norte de Bagdad que en el pasado ha sido escenario de sangrientos atentados con motivo de esta peregrinación chií. Este año, al contrario que en otras ocasiones, la conmemoración religiosa se cerró con apenas actos violentos.

El viernes, una persona perdió la vida y otras cuarenta resultaron heridas por el estallido de seis artefactos al paso de los peregrinos que se dirigían al santuario, en diversas zonas de Bagdad.

Esa cifra de víctimas contrasta con las de los últimos años.

El año pasado, durante la misma peregrinación anual, 26 personas murieron y más de cien resultaron heridas por la explosión de los artefactos que escondían tres mujeres suicidas y que los hicieron estallar contra chiíes que se dirigían a Kazimiya.

En 2005, más de un millar de personas murieron en una avalancha de peregrinos en un puente que conecta con el santuario de Kazimiya, después de que corriera el rumor entre los fieles chiíes de que entre la multitud había alguien que portaba una bomba.

Fuentes de los servicios de seguridad dijeron a Efe que este año, hasta media mañana de ayer, concurrieron más de seis millones al santuario de Al Kazen, uno de los doce imanes chiíes.

Llegaron de muchos lugares de Irak, pero también de otras naciones árabes o islámicas, como la vecina Irán, donde los chiíes son una inmensa mayoría.

“Pese al calor, he llegado al mausoleo caminando a pie desde Balad”, unos 80 kilómetros al norte de Bagdad, dijo a Efe una de las peregrinas, Un Yaafar, de 57 años, que viajó acompañada de varios parientes.

Este año, la peregrinación al santuario del imán chií se había convertido en un desafío porque era la primera vez desde 2003 que la seguridad quedaba a cargo de fuerzas iraquíes, tras la retirada de las tropas estadounidenses de las ciudades a finales de junio.

Este repliegue parcial fue acordado en los convenios de seguridad firmados por EEUU e Irak el 13 de diciembre, que programan la retirada total de las tropas estadounidenses para finales de 2011.

Para evitar actos de violencia en Kazimiya, las autoridades iraquíes intensificaron las medidas de seguridad con un amplio despliegue de soldados en todos los accesos que conducen al santuario, mientras el lugar era sobrevolado por helicópteros.

Para acceder al barrio de Kazimiya había que traspasar tres anillos de seguridad, donde hombres y mujeres eran inspeccionados antes de llegar al mausoleo, en cuyos accesos quedaron instalados detectores de artefactos explosivos.

El plan de seguridad adoptado para esta conmemoración incluyó la prohibición de la circulación de carruajes tirados por animales o por personas, de las motos y las bicicletas, y tampoco se permitía la entrada con bolsos.

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