Recuerdo con alegría aquellas fiestas flamencas que se celebraban en Jerez en cualquier época del año y en la que se veían a esas mujeres mayores con su mantón y su ramillete de flores en la cabeza, como símbolo de vida y fiesta. Conocerán muchos de ustedes las impactantes estampas que dibujaban los dichos gitanos en la ciudad, en cualquier casco de bodega o en un patio colorido de algún barrio castizo como Santiago o San Miguel.
Sobre esas cabezas renegridas se construían roetes con peina, adornados con un puñado de paniculata, un colorido clavel o una matita de hierbabuena y romero. Pero todo colocado con sentido y pundonor, con esa elegancia que Jerez ha mantenido siempre a la hora de vestirse. Sus abalorios a juego daban muestra de poderío y personalidad. Lunares y volantes conformaban un paisaje costumbrista en el que lo que más importaba era lo acicalado que una llevara el remiendo, la blusa o el delantal. Esa esencia es nuestra.
Y esto viene a que esta tierra no sólo ha mantenido esa imponente figura de la mujer jerezana sino que, gracias a Ana Belén Morillo y su gente, la han puesto más guapa. El jueves de la semana pasada, el 2 de febrero, quedaba inaugurada la decimosexta edición de la Pasarela Flamenca Tío Pepe, empresa vinatera que patrocina el evento y que ofrece sus instalaciones para albergar tanto los desfiles como las distintas localizaciones de estands, que se distribuyen por espacios tan señeros como Los Apóstoles.
Hasta allí justamente se desplazaron autoridades locales como la Alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, para acompañar a la directora e impulsora de lo que en su día fue un proyecto ilusionante y que hoy por hoy es una cita más que considerada por el sector, y que sitúa a Jerez en las más altas cimas del género. La moda flamenca tiene pulso y eso lo reconocen las miles de personas que han acudido a disfrutar de esta edición en la que han participado rostros populares como la televisiva Alba Carrillo, muy amable por cierto, con la que tuve la oportunidad de brindar con una buena copa de vino de la casa.
Y es que así debe ser, que la moda se mezcle con el carácter abierto y vitalista de la ciudad, en un contexto patrimonial envidiable y que nos lleve a entender que el estilo aquí se sirve en cuchara de las grandes. No se entiende una cosa sin la otra. Ana Belén debe estar contenta, satisfecha y feliz, así como debe estarlo la ciudad, Jerez, a la que muchos miran para inspirarse. El equipo de sala ha sido exquisito en el trato, facilitando en todo momento el desarrollo de cada acto, de cada desfile. Esta edición ha servido para rendir honores a Lola Flores, de ahí la gran cantidad de claveles rojos que acotaban la pasarela principal, y que contó con la presencia de Mariola Orellana para recoger un premio en nombre de la familia Flores.
Jesús Méndez y la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre han presumido de tener Alma Flamenca en este 2023, y a ese respecto hay también que aplaudir el detalle. Casi quince mil personas han pasado por allí desde ese jueves inaugural hasta el domingo, jornada en la que la Hermandad del Rocío de Jerez celebró su anual desfile benéfico con firmas que ya estuvieron anteriormente en solitario, caso de Rocío Martín o Rocío Segovia, que se suman a la lista de la calidad que imponen Amparo Macia, Ernesto Sillero… entre otros.
Ana Belén dedica tiempo y espacio a los diseñadores noveles, con mención especial para Paula Ruiz, a las mujeres con solera, y a creadores de otras poblaciones como Sanlúcar o Utrera. Aplauso enorme, por tanto, y a seguir en el camino de la luz, el color y la belleza, elementos estéticos que nos llevarán una y otra vez a recordar a nuestros mayores y a esas fiestas llenas de vida y compás que gritan a la vez: Jerez viste como nadie.
