Genaro Ramallo, acusado de la muerte en 1993 de su mujer y de su hijo de 10 años en una finca en Almonaster la Real, cuyos restos fueron hallados en 2011, ha negado hoy los hechos en el juicio que se celebra en la Audiencia onubense.
Ramallo, que al principio de la sesión se acogió a su derecho a no declarar, posteriormente expresó su intención de contestar únicamente a las preguntas de su abogado, Álvaro Aznar, como finalmente así ha hecho.
Durante su declaración ha asegurado que no mató ni a M.C.E., su pareja sentimental en aquellas fechas, ni al hijo de ambos, y, a pesar de que con el tiempo que ha pasado "es difícil saber dónde estaba uno", ha indicado que a finales de agosto de 1993, cuando ocurrieron las muertes, difícilmente podía haberse desplazado hasta la finca de su propiedad en Almonaster La Real donde se hallaron los cuerpos, en septiembre de 2011.
Y es que, según ha dicho, tenía mucho trabajo para los exámenes de septiembre -era profesor de clases particulares- hasta el punto de que la segunda quincena de agosto "trabajaba a tiempo completo, incluso los fines de semana".
Tras indicar que comenzó su relación con M.C.E. a su regreso de Alemania, al principio de los años 80, ha reconocido que, en su vida personal, siempre ha tenido "relaciones multiplicadas" y siempre ha convivido con dos o más mujeres.
Sin embargo, ha dejado claro que "nunca agredió" a ninguna y que siempre ha tenido "un escrupuloso respeto por las decisiones" tomadas por sus parejas y, si cortaban la relación, él se marchaba.
Eso fue lo que ocurrió, ha indicado, cuando se marchó a Tolousse (Francia) donde fue detenido en septiembre de 2011: "Mi pareja en esos momentos me echó y una amiga me ofreció su casa y acepté".
También ha asegurado que "nunca" pegó o agredió a su hijo, con el que sí que era "estricto y muy exigente" por considerar que "en la educación basada en la disciplina".
Se ha referido además al momento de su detención y a la toma de muestras de ADN, y ha precisado que "en ningún momento" dio su consentimiento para que lo hicieran.
Ha negado asimismo que, tras su detención, escribiera una carta al periódico Odiel Información, en su día publicada por el rotativo, en la que reconocía que había enterrado los cuerpos pero no que los había matado.