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Miércoles 20/11/2024
 
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Jaén

Los esfuerzos para salvar al lince pasan por recuperar al conejo de monte

El lince ibérico de la sierra de Andújar se alimenta del conejo de monte, que ha entrado también en la categoría de riesgo de extinción

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  • Un ejemplar macho adulto de lince ibérico en Andújar. -

Los esfuerzos realizados en los últimos 20 años para salvar al lince ibérico (Lynx pardinus) del riesgo de extinción en la sierra de Andújar podrían irse por la borda si no se consigue recuperar a las poblaciones del conejo de monte, que ha entrado en la categoría de riesgo de extinción.

"Sin conejos no hay linces", asegura la directora gerente de la Fundación CBD Hábitat, Nuria El-Khadir, que señala que mientras el conejo es una plaga en algunas zonas de España, en ésta en concreto se encuentra en peligro de extinción, lo que ahora podría permitir incluso plantearse solicitar a la Comisión Europea un Proyecto LIFE para financiar su recuperación.

El problema pasa porque la base de la alimentación de los linces es el conejo de monte, que ingiere entre una y dos piezas cada tres días, pero hay tal escasez de estos en Andalucía, que los técnicos dedicados al programa exitoso para salvar al lince ibérico durante estas dos décadas observan con preocupación la situación de este herbívoro.

Desde la finca 'El Encinajero', en Andújar (Jaén), que colabora con la recuperación de ambas especies, El Khadir ha calificado de "milagro" y de "éxito único en el mundo" el trabajo colectivo de administraciones públicas y privadas y de las ONG para recuperar este felino. Ahora, desde 2021 la organización del filántropo Paul Lister 'The European Nature Trust' está ayudando a CBD-Habitat en la divulgación de sus proyectos.

Pero El-Khadir ha apelado a la importancia de que "todos quienes se benefician del lince", actores públicos, privados, ciudadanos o pequeños negocios locales, colaboren en la medida de sus posibilidades con diferentes medidas o con financiación con esta gesta para mejorar a esta "joya" que forma parte del patrimonio natural de todos.

La especie apenas contaba en el año 2000 con un centenar de ejemplares y 21 años después ha aumentado hasta los 1.365 ejemplares censados entre adultos, subadultos y cachorros, de acuerdo con los datos oficiales de 2021 del grupo de trabajo del lince, que coordina el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO).

"Lo ideal", señala El-Khadir, sería lograr que en 2025 el lince pasara a la situación de especie "vulnerable".

Pero en realidad y sin minusvalorar este éxito en su evolución, la bióloga y técnico de campo de la Fundación CBD-Habitat, Carmen Rueda, precisa que en la actualidad hay unas 350 hembras reproductoras estimadas, que son "más o menos las mismas" que cuando el biólogo Miguel Delibes en los años 80 del siglo XX contabilizó su población y ya advirtió de la gravedad en que se encontraba el lince. Así, ha añadido que el objetivo para considerar que la especie puede salir adelante por sí misma se sitúa en unas 750 hembras reproductoras y en una mayor distribución geográfica con poblaciones conectadas.

Rueda ha indicado que la especie va avanzando en Portugal, Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura y que está en proceso de reintroducción en Murcia, mientras CBD-Habitat prepara su reintroducción en Aragón y Cataluña, al tiempo que Castilla y León, Madrid, y Comunidad Valenciana han expresado su interés en hacerlo.

La recuperación del felino más amenazado del mundo ha recibido en torno a un centenar de millones de euros de financiación europea a través de distintos proyectos Life que pronto llegarán a su fin porque Bruselas probablemente ya no seguirá financiando. "Ya ha hecho más esfuerzo del habitual y que con otras especies porque ha entendido la importancia vital de sacarla adelante. Toca buscar otras fórmulas", explica el biólogo y técnico de la Junta de Andalucía en el proyecto del lince Germán Garrote, que coincide en que ahora se necesita apoyar al conejo de monte, diezmado por enfermedades como la mixomatosis o la enfermedad hemorrágica.

Precisamente, CBD-Hábitat fue la organización pionera hace 25 años en establecer acuerdos de población con los propietarios de las fincas privadas de interés para el lince y en convertirles en "aliados de la naturaleza" como a Alex y Jess, una pareja sudafricana propietaria desde hace seis años de la finca cinegética El Encinarejo, de unas 1.000 hectáreas de extensión y donde habitan unos siete ejemplares, según explica el biólogo y uno de los seis técnicos de campo la fundación, Samuel Plá.

Tanto la directora de CBD-Habitat como sus técnicos; Garrote; los propietarios de El Encinarejo; Ramón, el dueño de Los Pinos, un hotel restaurante cercano, y Manuel, un taxista local, coinciden en que el lince "ha revolucionado" la economía local, antes basada prácticamente en exclusiva en los ingresos procedentes de las monterías y del olivar y que en los últimos años se ha diversificado gracias al 'ecoturismo' procedente de buena parte del planeta. De hecho, en torno al 80 por ciento de los turistas linceros son extranjeros porque, según Manuel, "los de fuera valoran mucho mejor la riqueza de la biodiversidad española".

Es precisamente el caso de Alex y Jess una joven pareja sudafricana cuyas familias han apoyado proyectos de conservación del rinoceronte blanco y del flamenco en África. Ellos querían un lugar donde ofrecer un "gran futuro" a su hijo, que ahora tiene seis años de edad. Alex explica rememora que tenía claro el proyecto de vida para su familia y buscó el enclave en cerca de un centenar de países de todo el mundo, hasta que llegó a Andújar y se "enamoró" de la Sierra Morena. "Cuando vi al lince por primera vez, mis ojos se cegaron y dije, esta finca es para nosotros", cuenta emocionado.

'El Encinarejo' es una finca fundamentalmente dedicada a la caza en cuya transformación se han volcado Alex y Jess hasta haberla convertido en una finca de 'kilómetro cero' con alojamiento para los turistas y cazadores. Todo lo que se consume, excepto el pan, el pescado o ciertas bebidas, se produce en ella: carne, verdura, hortalizas, fruta, agua, miel o madera y, en pocos años, también trufas blancas.

En ella viven gamos, ciervos, corzos, jabalís pero también 18 bisontes europeos traídos de Polonia, que ayudan a Alex y Jess a mejorar el suelo del terreno y mantenerlo a raya de maleza, lo que supone una "herramienta de prevención de incendios".

La ayuda de Alex y Jess al lince, que a veces pasea por la mañana por delante de su terraza, es precisamente la construcción de vivares, que son unas madrigueras de gran capacidad ya salvo de depredadores donde los conejos pueden reproducirse y vivir de forma segura. "Mi gran proyecto es incrementar la cantidad de conejos, porque no tenemos problemas con el lince aquí, donde habitualmente viven siete ejemplares con sus cachorros", explica Alex, que añade que cuando adquirió la finca había una densidad de conejo de 0,5 unidades por hectárea y ahora ha alcanzado 0,8 por hectárea.

Si bien, advierte de que queda mucho por hacer, porque en una extensión tan grande los técnicos de CBD-Hábitat calculan que el ideal serían unos 4 conejos por hectárea en El Encinarejo, donde "la jefa de la finca es Nigeria", una lince nacida en 2016, hija de Carraca, que tiene 15 años. "Si hay conejos, hay comida y los linces se quedan en el territorio o en sus alrededores", apostilla.

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