A Woody Allen se le atribuyen muchas frases ingeniosas, más incluso que obras maestras del séptimo arte. Ésta es una de ellas: “En realidad, prefiero la ciencia a la religión. Si me dan a escoger entre Dios y el aire acondicionado, me quedo con el aire”. Y eso es 'Semiprofesionales', el segundo largometraje del director, guionista y actor jienense Juan Antonio Anguita, que ha ganado el premio a mejor largometraje en el primer Festival Internacional de Cine de Hermosillo, en Méjico: una bocanada de aire acondicionado en el tórrido panorama cinematográfico español hastiado de divinidades subvencionadas de muy dudoso talento.
‘Semiprofesionales’ es una obra coral bien construida heredera de la mejor comedia española de Berlanga, Forqué, Fernán Gómez, Cuerda, Mercero, Gómez Pereira u Oristrell, cuya agilidad argumental ha bebido, como su director, de los grandes clásicos de Lubitsch o Wilder y del psicoanálisis urbanita de Woody Allen.
De hecho, ‘Semiprofesionales’ es a Jaén lo que el ‘Manhattan’ de Allen a Nueva York. Juan Antonio Anguita muestra una ciudad irreconocible en un blanco y negro reluciente hasta convertir Jaén en un lugar cosmopolita, en cualquier pequeña ciudad del mundo occidental donde un grupo de actores lucha por abrirse camino en el teatro mientras sus respectivas vidas les van atropellando en un nuevo ‘Viaje a ninguna parte’ del siglo XXI.
El hondo acento jienense de vocales abiertas deja de ser un lastre a los pocos minutos, cuando el guión toma forma y el espectador se reconoce en cada ‘tic’ de los actores, en cada pensamiento, en cada acción irracional y disparatada.
Detrás de las improvisaciones de las escenas hay un trabajo de guión que nace del talento y del trabajo, porque ‘Semiprofesionales’ no es un brindis al sol, no es la nota sostenida que sale de la flauta de un caprichoso iluminado que quiere ser director. Detrás de este largometraje hay muchos años de trabajo de Anguita y de su elenco, sobre todo, de Óliver Gil, que también ha ganado en el festival el premio al mejor actor.
Pero sin duda, lo mejor de la película, lo que la sostiene y engrandece, lo que la convierte en el aire acondicionado y la separa del bochornoso Olimpo del cine patrio, son las historias paralelas que colorean el blanco y negro futuro de cada uno de los protagonistas. Impagable la argucia de Juan Antonio (personaje) para conseguir el favor de las mujeres hasta que se da cuenta de que solo desea el favor de su novia. Simplemente la vida, el cine.