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Matrícula de deshonor

Política y amnistía

Sánchez y todos aquellos que han aceptado dicha profanación al poder judicial han debilitado aún más la pobre confianza que se tenía en los políticos

Publicado: 22/11/2023 ·
13:29
· Actualizado: 22/11/2023 · 13:29
  • Pedro Sánchez, tras la investidura. -
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Ahora que se empieza a olvidar la tan sonada amnistía que tan ligeramente usó Pedro Sánchez, es cuando más se necesita abordar este hecho que deja claras evidencias del sistema político que actualmente tenemos, donde lo importante es liderar, mandar, ser el puñetero amo del mundo, sin importar la opinión de aquellos a los que se les debe honor y responsabilidad.

Esta imagen que ha dejado Sánchez es una realidad latente que marcará un antes y un después en la vida social española, en la que un político es capaz de prostituir su propia dignidad con tal de mantenerse al frente, sin importarle la opinión de sus propios votantes. Su actitud y comportamiento son el reflejo de lo que se ha convertido el sistema político de este país, donde el chantaje claro y directo marcará las pautas a seguir en la historia que nos queda por vivir.

Está claro que no es el único que ha vendido a este país, que se ha aprovechado de la traición y del dolor de los ciudadanos, dejando claro que lo importante es mantenerse en el ‘trono’: “Ande yo caliente…” El contexto en el que se ha llevado a cabo rompe principios esenciales del Estado de Derecho y pone en riesgo la democracia por su imprudencia, su falta de claridad y transparencia y sin un necesario consenso social que avale la ruptura de la igualdad ante las leyes que nos ampara.

Sánchez y todos aquellos que han aceptado dicha profanación al poder judicial y a la base fundamental de nuestra democracia por una investidura han debilitado aún más la pobre confianza que se tenía en los políticos, han traicionado el interés común que tanto está costando mantener y, sobre todo, han vuelto a mostrar a un país carente de valentía, de perseverancia y de estabilidad, potenciando con ello la división de una España abierta en estos momentos a cualquier ideal separatista que aún se mantiene latente.

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